sábado, 29 de agosto de 2015

Negro.

Las noto, agolpándose dentro de mí.
Siento como colisionan tan fuerte que mis huesos son testigos.
Testigos de un cúmulo de emociones que luchan por salir.

Es tan fuerte, que pido a gritos que me saquen lo que llevo dentro.
No puedo aguantar más. Mis manos tiemblan a la vez que mi cuerpo se contorsiona.
Tirada en el suelo, intento escapar, pero no puedo.
Aquello de lo que huyo me persigue. No consigo sacudírmelo.

Necesito calma.
Esa calma que viene después de la tormenta.
Esa calma que hace que no te duela respirar.

Mis uñas intentan facilitar el camino de salida.
Trazan líneas que resquebrajan la piel. 
Empiezan a notarse las pequeñas marcas,
rosadas, que dejan tras su paso.
Las uñas no son suficientemente afiladas.

Quiero huir. Huir de mí misma.
¿Pero cómo?
No puedo huir, no puedo esconderme.

Tan solo me queda apagar la luz y esperar a que la oscuridad me consuma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario